jueves, 17 de febrero de 2011

Esperanza

Tendría que estar escribiendo un comentario de lingüística... cierto.
Pero no pienso hacerlo, no, hasta que, por lo menos, sea capaz de hablar de algo.
Voy a hablar de ... La Esperanza...
¿Por qué?
Veréis... yo tengo una alumna... bueno aunque no sé si en realidad aprende ella algo de mí... desde luego yo aprendo mucho de ella; la susodicha debía hacer una redacción sobre la esperanza, pero no ha sabido como encauzar sus ideas ( lo mismo que le pasa siempre) y al intentar ayudarla con un principio me he quedado absolutamente en blanco. Quizá la dificultad del tema fuera mayor de la que me imaginaba... incluso para mí. Por eso hoy no dormiré bien hasta que no consiga hacer una redacción decente sobre la Esperanza, con mayúsculas, por como dice mi discípula, la Esperanza es un sentimiento de los seres humanos, y ...

Todos los sentimientos de los seres humanos deben ser tratados como dioses, como elementos superiores. Ellos nos dominan , nos pueden en las peores y mejores situaciones de nuestra existencia, y existen antes de que nosotros emerjamos del vientre materno. Antes de que yo naciera mi madre sentía Amor hacía mí, sentía miedo (el miedo no merece mayúscula, porque no nos domina, lucha con nosotros, es un igual) de que su vida se truncase, de que las cosas no salieran como debían, de que no fuera una niña medianamente normal (aunque no sé si eso finalmente se ha conseguido) ; sin embargo, también tenía un pálpito: saldrá bien, será niña, y seremos felices. Tuvo Esperanza.

Si mi madre no hubiera tenido Esperanza en que su vida podía ser maravillosa, que es a lo que todos aspiramos, no seguiría viva, no habría siquiera superado los dos años de vida, porque se habria rendido. Igual que todos. La vida por unas u otras circunstancias puede resultar complicada, también fantástica. Todo depende de lo esperanzador de tu mirada. "Sin vida no hay esperanza" dicen, pero ¿Acaso sin Esperanza hay vida? Sin Ella nadie respiraría, no tendríamos metas, no habría ilusión ni salvación. No podemos imaginar una vida sin Esperanza porque Ella misma nos hace levantarnos todos los días, desayunar (culaquier cosa de la nevera, por poca que sea) y ponernos los zapatos (si tenemos) para luchar otro día más.

La lucha, la lucha, a eso nos alienta la esperanza, a una batalla por nosotros mismos, por la supervivencia de nuestro espítritu. Y eso es la Esperanza señores, un impulso nervioso que nos envuelve  y nos domina en la mayoría de los casos, para que no caigamos ni en el miedo, ni en el hastío, ni en la desesperación (por supuesto, sin mayúscula). Es la sonrisa que nos hace sonreir.   

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